La vida en las comunidades indígenas Buenos Aires y Caimito, ubicadas en el distrito de Masisea, provincia de Coronel Portillo, región Ucayali, cambió por completo desde la llegada de los menonitas, un movimiento cristiano que adquirió en la zona predios comunales de manera poco transparente y donde siembra arroz y soya. La Mula viajó a la zona y constató las grandes extensiones de bosques primarios arrasadas por este grupo. Ante ello, los jefes comunales se han organizado para vigilar sus territorios y evitar que los sigan deforestando.

El fresco viento de la mañana y los rayos del sol acarician la espalda de Policarpo Sinarahua Taminchi (50), jefe de Buenos Aires. Mientras caminan, él y sus compañeros observan cómo avanza la deforestación en los bosques desde que, hace cinco años, se instalara en parte de su territorio comunal un grupo de menonitas.

Buenos Aires, donde viven 47 familias pertenecientes al pueblo shipibo-konibo, se ubica a siete horas de la ciudad de Pucallpa, y para acceder hasta allí se debe viajar en una embarcación con motor fuera de borda (llamada colectivo rápido). También se puede ir por río desde Pucallpa hasta la localidad de Masisea, y desde allí trasladarse en mototaxi hasta la comunidad.

Pobladores de la comunidad de Buenos Aires trasladándose al distrito de Masisea en la laguna Imiría.

Niños juegan en los alrededores de su casa al atardecer en la comunidad de Buenos Aires.

Los menonitas silenciosamente abren vías, derrumban bosques, sin ningún tipo de autorización. Ya van 3,400 hectáreas de bosques primarios y de aptitud forestal aplanadas. Han deforestado mucho más que lo que la minería ilegal ha hecho en este año en Madre de Dios.

La inscripción irregular de terrenos entre los años 2015 y 2016 es la partida de nacimiento de los predios que ocupa hoy la Colonia Menonita en Masisea. En las comunidades indígenas Buenos Aires y Caimito se otorgaron predios individuales dentro de los territorios comunales durante el proceso irregular de entrega de terrenos que realizó la Dirección Regional Sectorial Agricultura Ucayali en el 2015.

Actualmente, la Fiscalía Especializada en Materia Ambiental de Ucayali investiga por deforestación de bosques primarios a la Asociación Colonia Menonita Cristiana Agropecuaria Masisea, asentada en esta región. El caso se encuentra en la etapa de investigación preparatoria, según constató Ojo Público.

El Proyecto de Monitoreo de la Amazonía Andina (MAAP, por sus siglas en inglés), de la ONG Conservación Amazónica, ha mostrado con imágenes satelitales que desde el 2016 se han incrementado los bloques de áreas desnudadas en Ucayali y en Loreto. La colonia menonita viene deforestando los bosques en Ucayali desde 2017. Pero no es la única zona donde se han asentado. El MAAP ha detectado que existen tres colonias menonitas en Loreto y dos en Ucayali.

Deforestación de 299 hectáreas en la Amazonía peruana por una nueva colonia Menonita entre enero (panel izquierdo) y setiembre (panel derecho) del 2021, en la zona sur de la región Loreto. Datos: Planet. Fuente: MAAP

Enrique Ortiz, presidente y fundador de Conservación Amazónica-ACCAS, apunta en La Mula que los miembros de esta secta menonita son extranjeros que se han mudado desde Bolivia y aprovechan la debilidad institucional y corrupción en nuestro país.

La más reciente colonia menonita se ha asentado en la provincia de Ucayali, región Loreto, donde según el último informe del MAAP, ya han deforestado 299 hectáreas de bosques. Sidney Novoa, de Conservación Amazónica - ACCA y quien ha participado en el estudio, dice a Ojo Público que la zona deforestada no había sido designada para uso agrícola.

“Estamos en un escenario complicado por la creciente deforestación. Pero lo riesgoso con estas colonias menonitas es que se ubican en sitios muy alejados, en bosques primarios bien conservados y abren carreteras, hacen agricultura. Al abrir caminos facilitan la llegada de invasiones y de más gente que pone en riesgo la Amazonía”, explica Novoa.

El apu Policarpo Sinahuara y sus compañeros avanzan por el bosque y sus pisadas quedan marcadas en la tierra húmeda por el rocío de la madrugada. “Pasaron por aquí de madrugada [los menonitas], está fresca la huella”, dice el líder indígena mientras revisa los rastros en la arena.

Policarpo junto a su equipo coordinando lo que será la verificación en los linderos de la Comunidad de Buenos Aires con los terrenos de la colonia Menonita.

Según la Fiscalía Ambiental de Ucayali, unas 2.000 hectáreas que ocupa el pueblo menonita en Ucayali fueron obtenidas de manera irregular. De esas, 73 hectáreas corresponden al territorio de la comunidad indígena Caimito y 800 a la comunidad de Buenos Aires. Además, la mitad de esas 2.000 hectáreas fueron deforestadas, sin contar con ninguna autorización, sostiene el Ministerio Público.

No obstante, los menonitas, liderados por Isaac Zacharías Klassen –patriarca y representante legal de esta colonia según la Superintendencia Nacional de Aduanas y de Administración Tributaria (Sunat)–, siguen talando el bosque para instalar sus cultivos de soya y arroz. En diciembre del 2020, el Gobierno Regional de Ucayali sancionó con 2.648 UIT (más de S/11 millones) a la asociación menonita por haber cambiado el uso de la tierra sin autorización. En junio de este año se amplió el plazo del procedimiento sancionador, pues unos meses antes se declaró nula la resolución y se retornó hasta la etapa de descargos por parte de la asociación.

Miembro del movimiento cristiano menonita recorriendo la carretera de Masisea, camino a las comunidades de Caimito y Buenos Aires.

Comunidades se organizan

A finales de agosto de este año, hubo una reunión entre las autoridades de las comunidades indígenas aledañas al área de conservación regional Imiría (Caimito, Junín Pablo, Nuevo Loreto y Nueva Yarina) y las autoridades de la Dirección Regional de Agricultura de Ucayali. En la cita se acordó que la comunidad de Caimito solicitará la exclusión de las 73 hectáreas de su territorio que actualmente ocupan los menonitas. Asimismo, pidieron que la Dirección Regional de Agricultura de Ucayali continúe con el proceso de georreferenciación de dicha comunidad, a fin de asegurar sus tierras.

Aunque en la reunión no estuvo presente el jefe de la comunidad nativa de Buenos Aires, Policarpo Sinahuara, se acordó que él también deberá solicitar la exclusión de las 800 hectáreas entregadas por la Dirección Regional de Agricultura a los menonitas de forma irregular. El propósito es avanzar con el proceso de actualización de la georreferenciación y protección de su territorio.

Artesana de la comunidad de Caimito borda una manta en el patio de su casa.

Una familia llega en el ocaso a las orillas de la comunidad de Caimito.

“La deforestación es grande y avanza en la comunidad. Nosotros vamos a defender nuestro territorio”, asegura Sinarahua. El líder indígena también está preocupado por la llegada de colonos [gente foránea] a sus tierras, con el objetivo de sembrar hoja de coca. Asustado por esta actividad ilegal, el jefe de Buenos Aires ha solicitado garantías para su vida ante la Subprefectura de Callería.

Caimito también es una comunidad del pueblo shipibo-konibo, ubicada a orillas de la laguna del Imiría. Alberga a 455 familias, que están preocupadas por la presencia de extraños. “Ellos [menonitas] están acabando con los bosques, las plantas medicinales y también con los animales. Esto no puede seguir de esta manera”, dice la comunera Elva Cruz Nunta.

Elva Cruz, miembro de la asociación de artesanas de la comunidad de Caimito, ve con preocupación ya no poder obtener los insumos para la elaboración de sus artesanías.

“Ellos [los menonitas] tienen que salir de aquí, nos tienen que respetar y haremos prevalecer nuestros derechos”, añade.

Los efectos de la deforestación en sus bosques se evidencian en la ausencia de animales silvestres. Conforme pasa el tiempo, los integrantes de Buenos Aires deben trasladarse a sitios más alejados en busca de comida. Si antes los comuneros caminaban entre 1 y 2 kilómetros ahora recorren entre 7 y 10 kilómetros para hallar alimento.

La deforestación de los bosques es un gran problema para las comunidades porque se rompe la relación armoniosa que se ha mantenido durante miles de años con el bosque. Asimismo, contamina el aire, degrada el bosque y los suelos, atenta contra el hábitat de la fauna silvestre y pone en riesgo la existencia física y cultural de los pueblos indígenas.

Área deforestada que muestra también la preparación del terreno para su posterior cultivo dentro de los territorios de Caimito.

Vista aérea del área deforestada y de la parcela de lo que será la siembra de Arroz y Soya en los territorios de la comunidad de Buenos Aires.

Berlín Diques, presidente de la Organización Regional Aidesep Ucayali (ORAU), lamenta lo que ocurre en ambas comunidades. “La deforestación de los bosques genera, además, pérdida de los insumos para la artesanía, principal actividad económica de las mujeres indígenas”, indica.

El apu demanda que el Gobierno Regional de Ucayali actúe en este caso a través del Área de comunidades indígenas y la Dirección Regional Agraria de Ucayali.


Este reportaje contó con el apoyo del Amazon RJF en alianza con el Pulitzer Center y con la colaboración de Susy Díaz Gonzales. Asimismo con la asesoría editorial de Ojo Público y La Mula Verde. Fotos: David Díaz Gonzales.